¿Educar sin tribu? Imposible

Si la política cotizase en bolsa y yo fuese un trader de esos que domina el cotarro, me presentaría a unas elecciones el día de mañana con una única propuesta, muy clara y directa: invertir todo el dinero de mi Ayuntamiento, de mi Comunidad o de mi país en un único valor. Uno con escaso riesgo de pérdida y si en cambio con elevadísimas probabilidades de maximizar beneficios y retornos. Lo invertiría todo en educación.

Ganaríamos mucho y en muchos aspectos, como en frenar desigualdades, reducir pobreza, ganaríamos en crecimiento económico, en ética, en inclusividad, en convivencia, en generar nuevas oportunidades… En un montonazo de aspectos.

Y en estos tiempos extraños de co-vida al cerrarse las escuelas me ha venido a la mente un refrán africano que dice eso de que para educar a un niño hace falta toda la tribu. Ese sería el modelo ideal pero la verdad es que lo veo muy muy alejado en nuestra sociedad real.

Algo falla si el peso de la educación sigue recayendo en gran medida sobre las escuelas y éstas al cerrar con el confinamiento, han puesto de manifiesto otras disfunciones importantes en el ámbito social y laboral. Hablamos de problemas estructurales y endémicos de los que no están en la agenda política ni de los que se ha hablado mucho durante esta crisis, la conciliación. Un tema clave, la espina dorsal para hacer viable la misión encomendada a la tribu, esto es, a nosotros mismos de llevar de la mejor manera posible la enorme responsabilidad de los padres para educar a nuestros hijos.

Exijo mucho al sistema educativo. De hecho creo que la educación lo es todo, y en los orígenes de este proyecto de MiniPolítica mi pedagogo de cabecera fue Dewey, alucinaba con cualquier fragmento que de él leía. Hoy me reafirmo en sus postulados y creo sinceramente que en un colegio no entran niños y salen médicos, bomberos, fontaneros o lo que sea. Entran personas, entran niños y salen ciudadanos. Y es ahí donde creo que a la escuela debemos otorgarle una parte muy importante de la tarea compartida de educar pero no pedirle y esperar que corrija carencias sociales y laborales que urgen de cambios y reinvención tan importantes como se esperan ahora mismo del sistema educativo para hacer posible continuar con su normalidad una vez llegada la nueva normalidad. Me suena a eso de cambiar todo para que nada cambie.

Mientras en Francia, Alemania, Noruega, Suecia o Dinamarca los niños y niñas ya han podido volver a sus clases, en España como en Italia nos debatimos sobre inviabilidad de este regreso. ¿Qué pasa, acaso los nórdicos son más camikazes al reabrir sus centros educativos con nuevas y estrictas normas de seguridad e higiene? ¿O tal vez es que los alemanes son más creativos al lograr también reabrir sus aulas de una manera escalonada en función de los sectores y profesiones que no pueden realizarse mediante teletrabajo?

Sea como sea, lo que vemos es que nuestro actual modelo, sin las escuelas, se desploma como un castillo de naipes. Sin las escuelas no está completa la tribu y lo que se pone en evidencia de rebote son las escasas o nulas políticas de conciliación. Aquellos países que más apuestan por la infancia mediante políticas públicas casualmente son los que tienen también mejores resultados en materia de igualdad. Es un win-win en toda regla.

Tal vez esta crisis sea la oportunidad para abrir estos debates de verdad, ser conscientes de la importancia de la conciliación para la educación y del fundamental papel que tiene la escuela. En el nuevo orden social que nos espera tal vez también debamos volver a pensar que esperamos del sistema educativo, y tal vez resultará ser que las mal llamadas “soft skills” las habilidades blandas: aspectos como la capacidad de comunicación y de trabajo en equipo, la adaptabilidad al cambio, la curiosidad, la iniciativa, la resiliencia o el aprendizaje constante resulten ser clave al final y más importantes aun para seguir avanzando en la vida.

Creo que no es casualidad, me he tropezado de morros con esta misma reflexión dos veces esta semana, una de ellas no la esculpo sobre mármol porque no sé, pero si que la dejo en una imagen con la cita del historiador israelí Yuval Noah Harari que hace en su último del libro y que he copiado (espero que bien) para ilustrar este post.

Soplan vientos de cambio. ¿Está nuestra tribu preparada para ello?

Una respuesta a «¿Educar sin tribu? Imposible»

  1. La adaptación al cambio es necesario para poder sobrevivir. Sin duda, no es fácil porque, como bien dices en tu post, no nos enseñan las habilidades soft skills en el colegio. El presente esta lleno de posibilidades para los niños y niñas. Y, habilidades como el aprendizaje continúo, la resilencia o el equilibrio mental son auténticas herramientas para afrontar el futuro. Otra cosa es la conciliación en tiempos de la COVID-19.

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