Hablemos de la Paz (y desgraciadamente también de la guerra)

Recuerdo una asignatura que cursé, se llamaba «Políticas para la paz» del profesor Pascolini en la facultad de Políticas de Padua. No me gustó nada. Quedé algo asustado, pues lección tras  lección, el profesor se dedicaba a hacer un repaso de manera apasionada y exhaustiva de todas las guerras y toda la tecnología desarrollada por los hombres para matar a hombres. Si quieres paz, prepárate para la guerra. Ésta sería la conclusión a la que imagino quería hacernos llegar.

Durante estos días ante la injustficadísima invasión y agresión de Putin hacia el pueblo ucraniano me ha venido a la cabeza alguna de esas lecciones de ese viejo profesor, un físico nuclear que tuve la suerte de conocer en la facultad de aquella entrañable ciudad italiana.

«La guerra es la continuación de la política por otros medios” decía Carl von Clausewitz y no puedo estar más en contra de esta afirmación. La guerra surge no como continuación de la política sino mas bien porque ésta ha fracasado estrepitosamente en su más pura esencia de resolución de conflictos. La guerra es la negación de la política y ya sabemos que nos conduce a ninguna parte. La política en cambio debe apuntar siempre, para ser útil, hacia un horizonte de solución.

Dicho esto, ahora más que nunca con los niños debemos hablar de la paz, de su valor y significado. La Paz es algo más que la ausencia de guerra, es un estado en el que los seres humanos nos reconocemos de tú a tú con igualdad y decidimos resolver los conflictos (ya que siempre los hay y los habrá) sin hacer uso de ningún tipo de fuerza o violencia.

Debemos hablar más de Paz y democracia en las escuelas, dentro de las casas y no sólo cuando la echamos de menos. Es necesario contarles (con cierta tristeza) que existen aun hoy muchas guerras en nuestro mundo. Con datos en la mano, a 31 de diciembre del pasado año había 66 guerras activas en el mundo que ya han causado miles de muertos por no hablar de otros daños que también causa la guerra.

La historia debe servirnos para aprender del pasado, de lo bueno y también recordar de lo que hemos sido capaces los humanos.

Hace unos años Steven Pinker, un psicólogo canadiense junto a otros académicos hizo famoso un estudio que ahora he encontrado muy gráfico donde defendía que el mundo hoy era menos hostil que nunca.

Poco después John Arquila en un artículo de Foreign Policy, The Big Kill, quiso ir más allá y sumar otros datos como las muertes provocadas por daños paralelos o co-laterales a la guerra. Así lo que resulta es que éstas han sido mucho más altas a lo largo de los últimos años.

Por tanto, esta segunda hipótesis que mira las consecuencia de las guerras de una manera más amplia parecería ser más válida y más aún a la vista de la nueva guerra en Ucrania que en estos momentos además de los cientos de muertos está obligando a huir de los suyos propio país a más de un millón de personas según datos de las Naciones Unidas.

La guerra no está en declive. Como dijo el vicepresidente de la Comisión Europea, las fuerzas del mal viven entre nosotros, la guerra permanece con nosotros. De hecho, parece que podemos estar ante una nueva fase negra de la historia de la humanidad en la que a pesar de gritar y reivindicar la Paz seguiremos teniendo dolor, horror y violencia. Hablemos más de la Paz pero hagámoslo mientras tanto, sin olvidar la guerra como lo hacía mi profesor.

Los oasis ciudadanos

Si alguien ha pasado por aquí alguna vez sabe que yo amo los parques. Son como una pequeña representación en miniatura de nuestra sociedad. Los amo hasta tal punto que les dediqué un día una carta de amor.

Tener niños pequeños implica de por sí convertirse en todo un catador experto de estos peculiares espacios. 

Son micromundos. Cada uno es diferente del otro pero al mismo tiempo cuando viajas a otro lugar, gracias al lenguaje universal del juego, los más pequeños se entienden y pueden integrarse en ese nuevo mundo ya sea escalando, saltando, escondiéndose o jugando a la pelota en esas repúblicas independientes.

En cualquier comunidad hay conflictos, como también los hay en la comunidad de los niños jugadores. Pero estos, a diferencia de los adultos saben superar sus disputas mucho más fácilmente que los adultos. Lo hacen desde la empatía, sin rencor y vuelta de nuevo al juego tan amigos como siempre. 

Tal vez la comunidad internacional debería jugar un poco más y aprender a superar los conflictos de manera similar a como los resuelven los más pequeños. Tal vez en las asambleas de muchas comunidades y ciudades como también las internacionales deberían aprender un poco de los niños y jugar un poco más. ¿Qué podría salir mal? Tal vez asimilarían que provocar una tercera guerra mundial no es muy diver que digamos.

Volviendo a mis queridos parques. Debo decir que se puede jugar en cualquier lado, cualquier espacio público sin necesidad alguna de un columpio y sin hacerlo sobre un costosísimo suelo de caucho coloreado. A veces menos es más y un espacio con elementos naturales puede estimular la creatividad infinita a través del juego.

Dicho esto, aquí van algunos puntos débiles que detecto en la mayoría de los parques que he catado:
-Son aburridos. Un parque precisamente debería ser todo lo contrario pero es que algunos son tan excesivamente seguros, con barreras para cercar el perímetro, bancos de los padres en posición torre de control y ningún elemento natural como una roca un tronco o algo que de bien seguro ya invita a escalar y superar más allá de los límites de un tradicional «horsee» que los convierten en espacios tediosos en los que al cabo de pocos minutos suelen surgir los primeros signos de aburrimiento.

-Son monótonos. Una vez visitado un mínimo de 5 parques. Uno automáticamente puede convertirse en diseñador de zonas de juego infantiles. Muchas veces me pregunto si se copian unos municipios a otros, o se hacen mediante una plantilla o fórmula genérica. Se mide la superficie destinada al juego y de ahí se calcula cuantos elementos caben. Que si uno o dos columpios, tobogán, sube y baja, caballito, moto o delfín y poco más. Para ser un espacio destinado a los niños, su diseño podría abrirse un poco más a la participación, creatividad y co-creación con sus potenciales usuarios.

-Son llanos. Iba a decir tierra planistas pero no sé si se captaría la idea de este punto. Fijaros como la práctica totalidad de los parques son así, llanos por completo. Parece ser una norma no escrita que antes de crear una zona de juego haya que pasar la apisonadora. No hay nunca desniveles, montículos que escalar, agujeros por los que meterse, pendientes por las que lanzarse en monopatín o rocas sobre las que saltar. 
Son planos como el mar en calma desde el cual se divisa el horizonte. Son generalmente llanos y yo creo saber porque. Porqué en su diseño está el enfoque que prima el control y la seguridad, de tal manera que los padres no pierdan nunca de vista a sus hijos. Leyendo a Tonucci recuerdo que contaba la anécdota de unos niños que decían sentirse continuamente observados en el parque y que les era hasta cierto punto molesto que todos los bancos de sentarse rodeasen el parque en modo vigilancia carcelaria.

-Son poco estimulantes y cero sorprendentes. Lo que decía antes, visto uno visto todos (salvo contadas excepciones) las zonas de juego son cerradas y ya dan los elementos sobre los que jugar. Sin dejar poco margen ni espacio físico literal para desarrollar otros juegos.

-Son pequeñas islas, pequeños oasis. Aquí en España y en muchos sitios que he estado es más fácil encontrar un unicornio que una zona verde. En ocasiones he caminado mucho para encontrar también un parque. En las grandes ciudades este hecho es fácilmente comprobable. Si uno mira su ciudad desde arriba, como nos permite la tecnología podrá apreciar a simple vista lo mucho que cuesta encontrar esas manchas verdes. La ciudad en sí podría ser jugable en multitud de formas y espacios y no limitar el juego a los llamados oasis metropolitanos.

Como todas las normas tienen su excepción y creo que con el paso del tiempo los ciudadanos reclamarán para sus respectivas ciudades más espacios para divertirse en familia. El juego aunque lo demos por algo infantil no es una actividad exclusiva de los niños. Alguna ordenanza municipal creo haber leído prohibía el juego en determinados lugares y horarios pero salvando esto. El juego está permitido siempre y es bueno recordar que puede jugar cualquier persona de cualquier edad. 

Este fin de semana visité uno de los que ya era desde hace tiempo uno de mis parques favoritos y es el que ilustra la entrada de hoy. Es el parque «de abajo» del Castell de Bellver. Hace poco ha sido reformado íntegramente y ha quedado espectacular. No termino de entender cierta polémica que se generó sobre esta remodelación. Es que acaso en un bosque, en el mayor pulmón verde que tenemos en la ciudad no tiene cabida un parque donde ya lo había y que además se ha integrado a la perfección con el entorno, aprovechando materiales naturales como la madera, rocas, arena… 

En vez de oponerse considero lo que hace falta precisamente es reclamar, ocupar esas zonas para el disfrute en familia del que hablaba antes. Hacerlo siempre con respeto, con mucho mimo pues lo público es de todos y para muchos lo único.

Uno de mis lugares mágicos

Hay lugares mágicos en todas las ciudades, lugares sagrados que no son templos pero casi.

Son lugares donde tienen cabida grandes y pequeños. Hasta incluso pobres y princesas. Estos sitios tienen en común un olor familiar, tan agradable y al mismo tiempo difícil de describir entre chocolate y café. De los que estoy hablando, son lugares que a uno personalmente le gustaría fueran secretos para disfrutar uno mismo. Podrían ser como un segundo hogar, donde se entra por una especie de puerta secreta o una cueva al más puro estilo Batman.

En estos sitios, todo está escrito y al mismo tiempo también por escribir. Es donde uno puede desaparecer y elevarse hasta el infinito o más allá.

Como ya os habréis podido imaginar, uno de esos lugares para mi (y ahora también para mis hijos) son las bibliotecas públicas.

En nuestra Ciudad, no todos los barrios tienen una biblioteca como tampoco todas las escuelas tienen una.

Ahora se trabaja mucho por proyectos y esto se ha asimilado como trabajar sin libros. Yo creo es un error, en todo caso serán los alumnos quienes no emplean en teoría «tantos libros» para alcanzar unos objetivos o conocimientos, pero no es del todo correcto decir «sin libros». Nada que decir sobre el aspecto metodológico, pero un solo libro, una sola lectura puede provocar incluso emprender el más largo y difícil de los viajes, o un proyecto tan grande como construir una catedral o una nueva Ciudad.

Después tenemos en el otro extremo cursos con casi más asignaturas que libros. Y, esto no ayuda demasiado a la hora de aprender en un sentido más holístico. Ya hay Comunidades que han decidido replantearse tan elevado número de asignaturas a cursar en un determinado ciclo, veremos si esto ayuda.

Sea como sea, no quiero perder el hilo, esto iba de libros y lugares mágicos como nuestras bibliotecas, ¡las públicas, las de todos! Las tenemos que reivindicar y también cuidar.
Mañana, día 24 de octubre se celebra el día de las bibliotecas. Que mejor momento para acercarse a ellas, tomar prestado un libro o descubrir las múltiples actividades que realizan.

La nota curiosa, es que se eligió el 24 de octubre en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia y Herzegovina, llamada también Vijećnica, que significa ayuntamiento, por ser la primera función que cumplió aquel edificio, fue incendiada una noche de verano de 1992 durante la guerra de los Balcanes y todo su patrimonio fue reducido a cenizas. Que esta historia tan triste no se repita más que en los libro de historia.

Para terminar, aquí una pieza del violonchelista croata Hauser, con la Orquesta Filarmónica de Zagreb.

La nueva Ley de Protección a la Infancia

Hoy es un buen día para hablar en este espacio de la protección a la infancia. Y es que hoy inicia su trámite parlamentario en la cámara baja la llamada ley Rhodes o como se dice correctamente la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia ante la Violencia que fue aprobada por el Gobierno hace casi un año. Su dictamen está siendo debatido ahora mismo y si como se prevé sale aprobado, podrá continuar su camino hacia el Senado.

La nueva ley es muy necesaria, no sólo para corregir por ejemplo la prescripción de los delitos hasta los 35 años de la víctima pues es bien sabido que la violencia contra la infancia sigue siendo una realidad invisible en España. En nuestro país 1 de cada 2 agresiones sexuales se producen sobre los niños y adolescentes. Además, de acuerdo con datos que maneja Save The Childreen se estima que sólo el 15% de casos se llegan a denunciar.

La nueva ley es novedosa y contempla la violencia contra los niños desde todos los ámbitos (familiar, sanitario, educativo, etc.) así como también abordará la prevención, detección, actuación y restauración frente a la violencia contra la infancia.

En las Islas Baleares tenemos una ley de la infancia muy reciente, aprobada en febrero de 2019 que incluye aspectos y principios alineados con la ley Rhodes y ahora esta nueva ley proporcionará un marco general sobre el que velar por los derechos de los niños.

Esperamos que se siga hablando de la infancia y que toda la sociedad hagamos todo lo que esté en nuestras manos para proteger a los más vulnerables.

Romper las estadísticas en 2021

-Como lo ha podido hacer eso este niño? Preguntó un adulto que pasaba por allí.
Era realmente imposible que lo hiciera. Nadie lo había conseguido antes.
Y mientras aquel adulto se rascaba la cabeza y la movía de lado a lado como un diapasón sin encontrar ninguna explicación lógica, la respuesta al misterio llegó. Una persona que estaba allí cerca le dijo.
-Yo lo he visto todo, estaba sentado allí todo el tiempo y lo he visto perfectamente.
-Ah sí? Por favor me diga como ha sucedido, no puedo esperar más a saberlo.
-Pues muy fácil, aquel niño lo ha hecho posible porque no había nadie a su lado que le dijera que aquelllo que estaba intentando era imposible. Y por eso lo ha hecho.

Y así con esta pequeña historia que a mi me encanta, es como despediremos el año. Pensando en romper las estadísticas para encarar un 2021 sin pensamientos ni lenguajes limitantes y con una gran dosis de pensamiento crítico. Si uno mira en internet, concretamente el mundo de los blogs comprueba con poco optimismo que los nuevos proyectos no suelen durar más de un año de vida y son sólo un pequeño número los que superan el primer año de existencia con cierta dignidad y contenido. Algo parecido nos pasa en muchos otros ámbitos personales y profesionales. Recuerdo a las universidades por las que he tenido la suerte de pasar como de llenas estaban las aulas en los primeros cursos. Cargadas de afluencia de alumnos y de ilusión el primer año y luego en el segundo año seguirían sólo un 50% o menos.

El proyecto de MiniPolítica nació en 2019, ha superado ya la barrera del segundo año y ha roto por tanto la barrera de las estadísticas. También es cierto que no todos los objetivos que me había fijado para este año, me ha sido posible alcanzarlos. Este atípico 2020 con la pandemia sanitaria sí ha dado para reflejar sobre el papel de la educación y lo que esperamos de ella y qué competencias deberían alcanzar los niños (aquí). Alguna cosa muchas cosas tienen que cambiar si queremos enfrentar el 2021 no para volver a la vieja normalidad sino para construir una nueva. Y para ello no nos valen las viejas y actuales habilidades.

En este sentido, el 2016, un informe del Foro Económico Mundial (WEF) predijo que la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad serían las 3 habilidades principales para 2020.

Hemos llegado a las puertas del 2021 y el mundo se enfrenta a un problema complejo que requiere pensamiento crítico y creatividad para adaptarse. Las organizaciones de los sectores público y privado deben centrarse en apoyar la creatividad y la innovación de los empresarios, las pymes y las grandes corporaciones para aprovechar al máximo nuestro impulso hacia un mundo mejor. Y aquí la escuela, la administración educativa tiene un papel clave a jugar.

A 2.020 también he dedicado un poco de tiempo a hablar de la nueva máquina moderna inventada hace sólo 530 años (aquí).

Lógicamente el confinamiento nos ha pasado factura física, psíquica y social de las que desconocemos todavía la magnitud y profundidad de las heridas. Comparándolo con los países de nuestro entorno, España con los niños ha sido extremadamente dura con las medidas tomadas por los poderes públicos. Está claro que estábamos (y seguimos) ante una enfermedad nueva sin precedentes y todas las medidas que se tomaban fueron con la mejor de las intenciones de proteger la salud colectiva y al mismo tiempo cuidar del sistema sanitario para que pueda cuidar. Pero con datos objetivos los niños lo sufrieron mucho y aquí toca hablar de las desigualdades y podríamos entrar algún día en un profundo análisis de clase.

Como nota para quitar un poco de hierro al asunto y no sé si para reír o llorar, decir que una vez se reabrieron los parques infantiles les dediqué incluso una carta de amor.

Pero en 2020 también ha dejado cosas buenas a MiniPolítica, por ejemplo un reconocimiento del cual me siendo súper orgulloso. El Ayuntamiento de Palma premió la Asociación de la que soy parte con el galardón Rosa Bueno 2020 a la participación infantil por un proyecto que diseñé.

Y hablando de mi administración más cercana, este año debido a la situación sanitaria que ha hecho inviable la cabalgata de los Reyes Magos, el Ayuntamiento de Palma por primera vez ha dirigido una carta a los niños, muy original y que a mis hijos les encantó. Acabamos así el año con este pequeño gesto que tal vez puede significar un punto y seguido en la manera en que las administraciones se comunican con los ciudadanos más pequeños y a partir de ahora se les tiene más presentes.

Este es mi deseo, el deseo de MiniPolítica por 2021 es que los niños estén más presentes en la política. Estoy convencido a la política le iría mucho mejor y muy bien que se les escuchara más. Cuando me he referido a que para construir la nueva normalidad es imprescindible la creatividad y el cambio de perspectivas, aquí, los niños nos pueden dar lecciones a los adultos.

El mundo, la ciudad, los espacios que imaginan los niños son mucho mejores para todos, no excluyen a nadie. La sociedad y el mundo que imaginan algunos adultos desgraciadamente no son así.

Feliz i divertido 2021!

Un pequeño triunfo de la MiniPolítica

Ayer fue un día para recordar en la historia de MiniPolítica.

El Ayuntamiento de Palma premió la asociación de la que formo parte por un proyecto que diseñé y que se llama «Es Vivero petit».

Recibir el galardón Rosa Bueno 2020 es todo un honor, pues ser reconocidos con este premio es sinónimo de participación social,. Rosa Bueno fue el claro ejemplo de cómo con pequeñas acciones se pueden lograr grandes cosas.

Rosa Bueno fue una persona activista y un ejemplo a seguir para la micropolítica. Ella fue la definición perfecta de lo que es la lucha constante y pasional para mejorar las condiciones de vida de las personas y los barrios de la ciudad. Rosa Bueno fue también una de esas mujeres que contribuyeron a romper el techo de cristal para hacer efectiva la igualdad real. La lucha era su estilo de vida y hasta sus últimos momentos de su vida fue activa, activista e hizo Política acudiendo al Ayuntamiento a defender el interés colectivo.

Sobre el proyecto comentar que persigue un objetivo muy sencillo: mirar y estudiar el barrio del Vivero desde la perspectiva y la mirada de la infancia y adolescencia.

Un barrio se tiene que empezar a construir y amar desde la infancia.

En un mundo de adultos, el comportamiento es lógicamente de adultos y casi todo lo que se hace por la infancia, se hace con toda la buena intención pero casi siempre, sin contar con la voz de los principales afectados, los niños.

Algo está cambiando y cada vez es mayor la concienciación por parte de las administraciones de dar voz y protagonismo a los ciudadanos más pequeños, ya que también son ciudadanos. En este sentido, nos alegramos de que Palma fuera declarada por Unicef ​​como «ciudad amiga de la infancia».

Estamos convencidos de que Palma será una ciudad mejor si incluye cuanta más participación y en este caso desde una Asociación que el próximo año cumplirá 40 años de historia queremos poner nuestro granito de arena para fomentar la participación de los ciudadanos más pequeños para hacer de su barrio y de sus espacios públicos mejores para todos.

Implicar a la infancia y adolescencia en la vida del barrio tiene muchos beneficios. Lo experimentamos en anteriores ocasiones como con la actividad realizada junto con el Colegio Público Es Vivero donde los niños reflexionaron sobre la toponimia del barrio y la perspectiva de género.

El objetivo principal es dar voz a los niños, conocer directamente que piensan de su barrio donde pasan gran parte de su tiempo vital. ¿Qué percepción tienen de la limpieza, seguridad, espacios verdes, para el ocio o para hacer deporte ….?

En definitiva, implicar a los niños y adolescentes en la mejora de su barrio. Aprovechar su creatividad para ayudar a encontrar soluciones y nuevas ideas para hacer mejor la convivencia.

Esta es la esencia de MiniPolítica y la de este proyecto que ahora tiene un «chute» extra de motivación para llevarlo hacia adelante, con el convencimiento de que un barrio, una ciudad mejor para los niños es un barrio mejor para todos.

¿Educar sin tribu? Imposible

Si la política cotizase en bolsa y yo fuese un trader de esos que domina el cotarro, me presentaría a unas elecciones el día de mañana con una única propuesta, muy clara y directa: invertir todo el dinero de mi Ayuntamiento, de mi Comunidad o de mi país en un único valor. Uno con escaso riesgo de pérdida y si en cambio con elevadísimas probabilidades de maximizar beneficios y retornos. Lo invertiría todo en educación.

Ganaríamos mucho y en muchos aspectos, como en frenar desigualdades, reducir pobreza, ganaríamos en crecimiento económico, en ética, en inclusividad, en convivencia, en generar nuevas oportunidades… En un montonazo de aspectos.

Y en estos tiempos extraños de co-vida al cerrarse las escuelas me ha venido a la mente un refrán africano que dice eso de que para educar a un niño hace falta toda la tribu. Ese sería el modelo ideal pero la verdad es que lo veo muy muy alejado en nuestra sociedad real.

Algo falla si el peso de la educación sigue recayendo en gran medida sobre las escuelas y éstas al cerrar con el confinamiento, han puesto de manifiesto otras disfunciones importantes en el ámbito social y laboral. Hablamos de problemas estructurales y endémicos de los que no están en la agenda política ni de los que se ha hablado mucho durante esta crisis, la conciliación. Un tema clave, la espina dorsal para hacer viable la misión encomendada a la tribu, esto es, a nosotros mismos de llevar de la mejor manera posible la enorme responsabilidad de los padres para educar a nuestros hijos.

Exijo mucho al sistema educativo. De hecho creo que la educación lo es todo, y en los orígenes de este proyecto de MiniPolítica mi pedagogo de cabecera fue Dewey, alucinaba con cualquier fragmento que de él leía. Hoy me reafirmo en sus postulados y creo sinceramente que en un colegio no entran niños y salen médicos, bomberos, fontaneros o lo que sea. Entran personas, entran niños y salen ciudadanos. Y es ahí donde creo que a la escuela debemos otorgarle una parte muy importante de la tarea compartida de educar pero no pedirle y esperar que corrija carencias sociales y laborales que urgen de cambios y reinvención tan importantes como se esperan ahora mismo del sistema educativo para hacer posible continuar con su normalidad una vez llegada la nueva normalidad. Me suena a eso de cambiar todo para que nada cambie.

Mientras en Francia, Alemania, Noruega, Suecia o Dinamarca los niños y niñas ya han podido volver a sus clases, en España como en Italia nos debatimos sobre inviabilidad de este regreso. ¿Qué pasa, acaso los nórdicos son más camikazes al reabrir sus centros educativos con nuevas y estrictas normas de seguridad e higiene? ¿O tal vez es que los alemanes son más creativos al lograr también reabrir sus aulas de una manera escalonada en función de los sectores y profesiones que no pueden realizarse mediante teletrabajo?

Sea como sea, lo que vemos es que nuestro actual modelo, sin las escuelas, se desploma como un castillo de naipes. Sin las escuelas no está completa la tribu y lo que se pone en evidencia de rebote son las escasas o nulas políticas de conciliación. Aquellos países que más apuestan por la infancia mediante políticas públicas casualmente son los que tienen también mejores resultados en materia de igualdad. Es un win-win en toda regla.

Tal vez esta crisis sea la oportunidad para abrir estos debates de verdad, ser conscientes de la importancia de la conciliación para la educación y del fundamental papel que tiene la escuela. En el nuevo orden social que nos espera tal vez también debamos volver a pensar que esperamos del sistema educativo, y tal vez resultará ser que las mal llamadas “soft skills” las habilidades blandas: aspectos como la capacidad de comunicación y de trabajo en equipo, la adaptabilidad al cambio, la curiosidad, la iniciativa, la resiliencia o el aprendizaje constante resulten ser clave al final y más importantes aun para seguir avanzando en la vida.

Creo que no es casualidad, me he tropezado de morros con esta misma reflexión dos veces esta semana, una de ellas no la esculpo sobre mármol porque no sé, pero si que la dejo en una imagen con la cita del historiador israelí Yuval Noah Harari que hace en su último del libro y que he copiado (espero que bien) para ilustrar este post.

Soplan vientos de cambio. ¿Está nuestra tribu preparada para ello?

La política después del coronavirus

Vaya por delante que la política no está confinada y sigue su curso en estos tiempos extraños, para gobernar y articular soluciones a la crisis sanitaria global que estamos padeciendo. Ahora bien, si es cierto que al igual que se avecinan cambios en todos los planos, económico, social, ecológico, medioambiental, el sanitario, además de profundos debates sobre otros derechos como la movilidad o la privacidad, la política también se pondrá ante su reflejo y deliberará sobre su posible metamorfosis.

Ya lo ha hecho en anteriores ocasiones y especialmente justo después de los mayores fracasos colectivos, tras los cuales siempre ha estado la mano del ser humano.

En el siglo pasado, al darse por finiquitada en Versalles la Gran Guerra en la que murieron entre 10 y 30 millones de personas se quiso avanzar en la llamada Sociedad o Liga de las Naciones. Por decir algo positivo, digamos que fue la semilla de las posteriores Naciones Unidas, pero la verdad sea dicha no resolvió las tensiones internacionales de apenas dos décadas. También recordar que en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial es cuando apareció la mal llamada gripe española, en la que el virus se extendió rápidamente por todo el planeta infectando a un tercio de la población mundial y causando la muerte de 50 millones de personas o incluso más según estudios recientes.

Pero sigamos con las guerras. No nos bastó una y llegó la Segunda Guerra Mundial con 100 millones de muertos. Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por bombas nucleares que lanzó sobre ellas EE.UU. Esas bombas nos golpearon a todos. Hubo un antes y un después sin duda, era la prueba que nosotros mismos nos podíamos destruir entre nosotros y cargarnos a la humanidad y de paso el planeta.

Acto seguido, se empiezan a gestar las Naciones Unidad y en ello ya hubo voces de quienes proponían no replicar las lógicas de poder de los estados-nación en ese nuevo organismo internacional. Al parecer no fueron muy atendidas que digamos visto el resultado final que que otorga el poder de veto a algunos países.

El sociólogo alemán Ulrich Beck se refería a esta realidad afirmando que el Estado-nación es, en muchos aspectos, “una categoría zombi”.

Y llegamos así a la política en tiempos de Walking Dead para responder no a una, sino a “la” pregunta clave. A parte de los populismos y extremismos que oportunamente se aferran al argumento de culpar enemigos externos, articulan eslóganes del palo “nosotros primero” y como solución única nos proponen levantar muros más altos, ¿alguien cree sinceramente que los retos globales a los que nos enfrentamos como humanidad se pueden abordar solo desde el prisma estatal?

Hay una nueva salida y esperanza para la política. Consiste en aplicar un principio contradictorio: renunciar a la soberanía nacional para resolver nuestros problemas nacionales en un mundo globalizado. Avanzar en lo que se llama Democracia Cosmopolita, cuyo principal artífice fue el profesor inglés David Held, fallecido hará apenas un año por estas fechas.

El cosmopolitismo no es nuevo. Se pregonaba ya hace 2.800 años en los escritos bíblicos de Isaías, ha pasado por Aristóteles hasta llegar a Kant con su proyecto de paz perpetua. Pero sea como fuere, la vigencia de esta apuesta política sigue ahí. La crisis puede valer para transformar el concepto de Estado, de soberanía, de comunidad política y de ciudadanía. 

El cosmopolitismo significa estar comprometido en lo local y global al mismo tiempo en la medida en que los temas globales se han convertido en parte de las experiencias locales del día a día. El cosmopolitismo implica que cada vez más personas a lo ancho del planeta comparten un futuro colectivo, que en ocasiones puede estar en contradicción con la concepción clásica ciudadanía, que surge y se ejerce exclusivamente en el marco del Estado-nación.

El cosmopolitismo es sinónimo de democratización. Implica redistribuir el poder de decidir acerca de las cuestiones colectivas. Y esta redistribución debe realizarse no solo en el espacio global, sino también en el ámbito local y estatal. La experiencia de la Unión Europea es muy positiva, el mejor invento político de los últimos 30 años pero tiene carencias evidentes como lo estamos constatando durante esta crisis, no es la UE quien está llevando la voz cantante para contener el foco que tenemos ahora mismo situado sobre nuestro continente.

La democracia es un hecho social, no es cosa de uno ni unos pocos. Si yo enciendo mi vela en la llama de la tuya, ambas parecen brillar más. Esas palabras de Thomas Jefferson deberían servir como idea para apuntar más sobre la cooperación en nuestra aldea global. Al igual que Held creo sinceramente que la única vía que lleva a la seguridad nacional es la de la cooperación transnacional.

La política después del coronavirus

Vaya por delante que la política no está confinada y sigue su curso en estos tiempos extraños, para gobernar y articular soluciones a la crisis sanitaria global que estamos padeciendo. Ahora bien, si es cierto que al igual que se avecinan cambios en todos los planos, económico, social, ecológico, medioambiental, el sanitario, además de profundos debates sobre otros derechos como la movilidad o la privacidad, la política también se pondrá ante su reflejo y deliberará sobre su posible metamorfosis.

Ya lo ha hecho en anteriores ocasiones y especialmente justo después de los mayores fracasos colectivos, tras los cuales siempre ha estado la mano del ser humano.

En el siglo pasado, al darse por finiquitada en Versalles la Gran Guerra en la que murieron entre 10 y 30 millones de personas se quiso avanzar en la llamada Sociedad o Liga de las Naciones. Por decir algo positivo, digamos que fue la semilla de las posteriores Naciones Unidas, pero la verdad sea dicha no resolvió las tensiones internacionales de apenas dos décadas. También recordar que en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial es cuando apareció la mal llamada gripe española, en la que el virus se extendió rápidamente por todo el planeta infectando a un tercio de la población mundial y causando la muerte de 50 millones de personas o incluso más según estudios recientes.

Pero sigamos con las guerras. No nos bastó una y llegó la Segunda Guerra Mundial con 100 millones de muertos. Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por bombas nucleares que lanzó sobre ellas EE.UU. Esas bombas nos golpearon a todos. Hubo un antes y un después sin duda, era la prueba que nosotros mismos nos podíamos destruir entre nosotros y cargarnos a la humanidad y de paso el planeta.

Acto seguido, se empiezan a gestar las Naciones Unidad y en ello ya hubo voces de quienes proponían no replicar las lógicas de poder de los estados-nación en ese nuevo organismo internacional. Al parecer no fueron muy atendidas que digamos visto el resultado final que que otorga el poder de veto a algunos países.

El sociólogo alemán Ulrich Beck se refería a esta realidad afirmando que el Estado-nación es, en muchos aspectos, “una categoría zombi”.

Y llegamos así a la política en tiempos de Walking Dead para responder no a una, sino a “la” pregunta clave. A parte de los populismos y extremismos que oportunamente se aferran al argumento de culpar enemigos externos, articulan eslóganes del palo “nosotros primero” y como solución única nos proponen levantar muros más altos, ¿alguien cree sinceramente que los retos globales a los que nos enfrentamos como humanidad se pueden abordar solo desde el prisma estatal?

Hay una nueva salida y esperanza para la política. Consiste en aplicar un principio contradictorio: renunciar a la soberanía nacional para resolver nuestros problemas nacionales en un mundo globalizado. Avanzar en lo que se llama Democracia Cosmopolita, cuyo principal artífice fue el profesor inglés David Held, fallecido hará apenas un año por estas fechas.

El cosmopolitismo no es nuevo. Se pregonaba ya hace 2.800 años en los escritos bíblicos de Isaías, ha pasado por Aristóteles hasta llegar a Kant con su proyecto de paz perpetua. Pero sea como fuere, la vigencia de esta apuesta política sigue ahí. La crisis puede valer para transformar el concepto de Estado, de soberanía, de comunidad política y de ciudadanía. 

El cosmopolitismo significa estar comprometido en lo local y global al mismo tiempo en la medida en que los temas globales se han convertido en parte de las experiencias locales del día a día. El cosmopolitismo implica que cada vez más personas a lo ancho del planeta comparten un futuro colectivo, que en ocasiones puede estar en contradicción con la concepción clásica ciudadanía, que surge y se ejerce exclusivamente en el marco del Estado-nación.

El cosmopolitismo es sinónimo de democratización. Implica redistribuir el poder de decidir acerca de las cuestiones colectivas. Y esta redistribución debe realizarse no solo en el espacio global, sino también en el ámbito local y estatal. La experiencia de la Unión Europea es muy positiva, el mejor invento político de los últimos 30 años pero tiene carencias evidentes como lo estamos constatando durante esta crisis, no es la UE quien está llevando la voz cantante para contener el foco que tenemos ahora mismo situado sobre nuestro continente.

La democracia es un hecho social, no es cosa de uno ni unos pocos. Si yo enciendo mi vela en la llama de la tuya, ambas parecen brillar más. Esas palabras de Thomas Jefferson deberían servir como idea para apuntar más sobre la cooperación en nuestra aldea global. Al igual que Held creo sinceramente que la única vía que lleva a la seguridad nacional es la de la cooperación transnacional.

Bye bye 2019. Hola 2020!

-¿Qué? Es imposible que lo haya podido hacer. Es literal y tècnicamente im-pos-si-ble! No entiendo nada, tiene tan solo 6 años.

En ese mismo instante pasó por allí un anciano y dijo:

– Yo sé como lo ha hecho.

-Usted lo ha visto? -Dijo su pare.- Por favor me diga como?

-Pues, muy fácil; no había nadie a su alrededor para decirle que lo que intentaba era imposible y por eso lo hecho posible.

Con este espíritu, de buscar ampliar nuestros márgenes conceptuales y querer canalizar de alguna manera la inagotable creatividad que tienen los niños y las continuas ganas de jugar, nació el 2019 MiniPolítica.

¿Por qué no conectar estos elementos que a priori nada tienen que ver con la Política. Juego, creatividad, infancia y adolescencia con la vida social y política de personitas que comparten con nosotros los mismos espacios y conflictos? Y así nació este proyecto.

Y ahora con un poco de perspectiva veo que en 2019 ha dado para tratar algunos temas como la concepción ciudadana,la ubicación dentro de la polis y reflexión sobre el servicios públicos. El juego, también ha estado presente, aquí, aquí i aquí.

Hablamos de la creatividad de los niños para transformar la sociedad que es uno de los ejes vertebradores del proyecto.

También en 2019 hice una ruta Jame’s Walk para hablar de la Ciudad desde la perspectiva de los niños.
El otro pilar es el juego, y algunas pinceladas hicimos sobreaquest derecho tan importante. Y ya de paso una comparativa las ciudades y pueblos de las Islas Baleares y a nivel nacional.

La recta final del año fue dedicada especialmente a lo que es en mi opinión uno de los grandes temas para debatir social y políticamente. Es la movilidad y autonomía de los niños y adolescentes. Con evidencias recogidas tenemos grandes diferencias entre países de nuestro entorno. Post 1 y el Juego de la movilidad.

El año 2020 quiero que sea el año en el que se empiecen a ver resultados de la MiniEnquesta. Actualmente más de 200 niños de las 4 islas lo han ya contestada y todo es cuestión de sacar tiempo para poder explotar toda esta valiosa info.

Para terminar y ligar con la historieta del comienzo de este post, recordar que todo está por hacer, que todo es posible, aunque en el mundo de los adultos seguimos pensando más en términos de limitaciones que de posibilidades.

Recuerda siempre esto, que cualquier idea, por absurda que sea en su gestación, tiene un extraño parecido con la utopía. Así que muchas cosas que son hoy posibles, en sus orígenes no lo eran tanto.

Feliz y divertido 2020